miércoles, 6 de enero de 2016

El sueño de implantar en Almería el cuidado de las colonias felinas, La Voz de Almería

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Un colectivo pide ayuda al Ayuntamiento para traer un método ya usado por muchas ciudades




Fátima Estévanez, en el Paseo Marítimo de la capital, la pasada semana.   La Voz.


‘Captura, Esterilización y Suelta’ (CES), son las tres palabras mágicas. Los pilares en los que se basa el método para el cuidado de las colonias felinas que ya se ha instalado en ciudades y capitales del mundo, y que Fátima Estévanez y Atenea Baco (seudónimo, este último nombre), junto a otras muchas personas, están luchando por traer a Almería.
“¡No es un invento nuestro, es algo implantado desde hace tiempo!”, exclaman. “El CES es un sistema que se originó en los años 60 en el Reino Unido, Estados Unidos y otros países, y que está funcionando desde hace décadas. En Italia, por ejemplo, los gatos son protegidos, tienen calidad de ciudadanos y son un reclamo turístico. En Inglaterra los directores de muchos hospitales  promueven el cuidado de las colonias de gatos, pues dan una especie de calidez al entorno del enfermo...”.
Necesarios Los ejemplos se multiplican en el discurso de Fátima y Atenea. “El método CES ya está en Barcelona, Vitoria, Málaga…”, dicen. Aquí, en cambio, cuando fueron al Ayuntamiento las remitieron a un técnico sanitario que les dijo que no se podía implantar por una ley de la Junta. “¡Y varios días después aparece en la prensa que en Málaga tres mil gatos serían castrados de forma gratuita por el ayuntamiento!”.
“Los gatos son necesarios en una ciudad porque supone un control de ratas, de muchas plagas”, explican. “Lo único que se pide es que esté controlada la reproducción, que estén desparasitados. Un control ético, el único humano, asumible y eficaz, el único posible. Las cuidadoras estarían acreditadas por parte del Ayuntamiento, se ponen una serie de cobijos… En Zaragoza incluso ponen carteles de ‘por favor, aquí hay una colonia, no molesten a los gatos’”.
Los gatos, además, son de los animales que menos zoonosis (enfermedades que se transmiten de animales a humanos) tienen. “Y estando cuidados, menos, claro”, añaden. “Además, cuando te les acercas, suelen huir. En las colonias hay los gatos llamados ‘ferales’ que son los que pueden convivir con los humanos. Y queremos que esto se reconozca”.
La colonia Pero, ¿qué es una colonia felina? “Todos las hemos visto. Son gatos que los sueltan en la calle o han nacido allí, y se reúnen espontáneamente en grupos estructurados, explica Fátima. “Normalmente hay un macho y varias hembras que colonizan un territorio, pues los gatos son territoriales. Están allí, y no aceptan a otros gatos, que se tienen que buscar la vida en otros lados”.
“De modo que, si lo que haces es matar a esos gatos, lo que estás es dejando un lugar libre para que vengan otros”, agrega Atenea. “Además de que no es ético, matar no soluciona nada en la práctica. En cambio, si castras no hay proliferación; si curas, no hay enfermedades; y si proteges, disminuyen los problemas de convivencia”.
Marcados En una colonia bien cuidada, los gatos son, incluso, identificables. En el momento de la esterilización, se les hace una marca en la oreja. Además, los gatos que se vean que se pueden adoptar, se vacunan y se entregan a quienes los quieran cobijar.
Si las colonias se reconociesen y respaldasen por parte del consistorio, “las cuidadoras estarían acreditadas por el Ayuntamiento, se pondrían una serie de cobijos, carteles...”, dice Fátima. “En Almería hay un equipo humano de voluntarios extraordinario, que si se aprovechan... Porque si lo hacen ahora, sin apoyo e incomprendidos, imagínate si fuera legal...”.
En la ciudad de Almería ya hay dos colonias reconocidas por el Ayuntamiento. Pero Fátima y Atenea prefieren no decir su ubicación por varias razones. “Al no haber normativa, alguna gente pensaría que pueden llevar allí sus gatos, otros a sus perros...”, dicen con pesar. “Si hubiera una normativa legalizada en el Ayuntamiento, la colonia la llevaría una persona formada adecuadamente”.
Hay normas bien definidas para el cuidado de las colonias felinas. Sólo se las alimenta con pienso seco, que se les pone en lugares protegidos, que no molesten; y se construirían refugios. Además, se realizarían cursos para el cuidado de las colonias.
“Hasta que se hagan las castraciones por parte del Ayuntamiento, por lo menos que se legalicen las colonias”, dice Atenea. “Entonces se podría dar una formación a las personas que lo requieran. Porque ahora, ¿de qué nos sirve formar gente si luego el Ayuntamiento llega con jaulas y se lleva a los gatos?”.
Difusión y educación La labor principal en este momento, aseguran, es la difusión y explicación de los principales conceptos y ventajas del método CES. “Muchas veces la gente lo rechaza a priori  por desconocimiento”, aseguran. “Y creemos que sería bueno enseñar que hay una manera de hacer bien las cosas”.
Con los gatos tenemos que convivir. Llevan miles de años entre nosotros, y nos conocen tanto o mas que nosotros a ellos. Nos han acompañado en todas las épocas y culturas, y cuando se los ha perseguido e intentado erradicar, muchas plagas se han expandido por nuestros entornos y calles con perjuicios para nuestra salud. Son depredadores urbanos que comparten nuestro espacio sin causarnos daño, y sería hora de aceptar la necesidad de regular nuestra convivencia.
“La duración media de un gato en la calle es de tres años”, explica Atenea. “El sistema inmunológico de un gato es mucho mas frágil del de un perro. El stress les produce muchas enfermedades. Pero si están protegidos...”. 
Por ahora, las personas que se preocupan por las colonias felinas se comunican en las redes sociales, y por el boca a boca. Hay un blog, www.gatosdealmeriaandalucia.blogspot.com.es, con bastante información. Y es que cuidar estas colonias “tiene un coste económico y, sobre todo, emocional”, dicen. 
“Es la inversión principal, la emocional. La comida la compramos nosotros. Sólo pedimos al Ayuntamiento la inversión en esterilización y vacunación. ¡Es que Almería tiene que ser por fin una ciudad del siglo XXI, que es que parece que no lo somos!”.

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