¿POR QUÉ ‘ATRAPAR-ESTERILIZAR-RETORNAR’ A SU ENTORNO ES LA SOLUCIÓN DEFINITIVA PARA EVITAR LA SUPERPOBLACIÓN FELINA , Y EN CAMBIO ‘ATRAPAR-ESTERILIZAR-ADOPTAR’ NO LO ES?
(Extraído de Alley Cat Allies, Bulletin ‘Feral Cat Activists’, 2007)
En
primer lugar, definamos una serie de términos:
GATO ASILVESTRADO: Literalmente, “gato no domesticable”. Si
bien estos gatos pudieron ser en su origen gatos domésticos perdidos o
abandonados, que se adaptaron a sobrevivir en la calle en régimen de libertad,
o bien gatos ya nacidos de una madre asilvestrada, sin apenas contacto humano. Estos gatos en
estado adulto raramente pueden convertirse en domésticos, pese al esfuerzo de
meses o años que se les dedique, y NO soportarán fácilmente la cautividad de la
vida doméstica.
Suelen
vivir en la calle, formando colonias, que es su unidad social, habitando cerca
de una fuente de alimentación y protección, pudiendo sobrevivir en cualquier
lugar donde la hallen, y prácticamente en estado salvaje.
GATO CALLEJERO: Suelen ser gatos que siendo domésticos
salen a la calle y acaban perdidos, o gatos domésticos que fueron abandonados.
En este caso, y dado que en su día fueron animales de compañía, su posibilidad
de ser de nuevo socializados y dados en adopción es muy alta.
¿CÓMO PODEMOS DISTINGUIR
UN TIPO DE OTRO?
En
primer lugar, hay que observar el aspecto y el comportamiento del gato. El callejero probablemente se nos
acercará, si bien no lo suficiente como para dejarse tocar por nosotros, y
puede parecer sociable con el alimentador, comiendo rápidamente de la comida
que le pongamos en nuestra presencia, incluso vocalizará al humano con
insistencia para pedírsela. Puede tener un aspecto desaliñado como si no
estuviera acostumbrado a la vida en la calle, y se dejará ver a cualquier hora
del día.
Por
el contrario, el gato asilvestrado es silencioso y no se acercará a desconocidos,
y por lo general sólo se deja ver desde el anochecer hasta el alba, a menos que
esté muy hambriento y busque comida. Este tipo de gatos están adaptados a vivir
en la calle y probablemente estará bien acicalado; si le ponemos comida
normalmente esperará hasta que nos hayamos ido para empezar a comerla.
CAPTURA/ESTERILIZACION/RETORNO
(TNR): Es un método no
cruento de reducción de poblaciones felinas, rápido y a largo plazo. Consiste
en realizar programas masivos dirigidos a los gatos asilvestrados y callejeros
en zonas urbanas y rurales, con el objetivo de ser capturados, revisados
sanitariamente, vacunados y esterilizados de un modo humanitario y bajo estricto
control veterinario. Las crías y los gatos mansos pasan a vía de adopción, y
los gatos asilvestrados serán devueltos a su hábitat bajo la responsabilidad de
su cuidado por humanos. Los gatos enfermos o heridos que puedan curarse, no se
devolverán a su entorno, y los que no tengan recuperación posible serán
humanitariamente eutanasiados.
El
gato doméstico (felix catus), que tan
importante papel juega en nuestras vidas, nace y vive en una extensa gama de
circunstancias, desde los mimados gatos domésticos a los asilvestrados, o gatos
libres. En realidad ambos son parecidos, a pesar de vivir en diferentes
entornos, ya que constituyen una misma especie, pero el gato asilvestrado está
mucho más cerca de la vida salvaje en su estado puro, sólo que se encuentra en
un hábitat colonizado por el hombre, y ha aprendido a sobrevivir en libertad.
Alleycat
conoce a muchos cuidadores comprometidos que invierten gran cantidad de
esfuerzo y tiempo en procurar encontrar hogares para gatos asilvestrados, con
la intención de domesticarlos. Lamentablemente, esto significa consumir mucho
tiempo en un proyecto con muy pocas expectativas de éxito. Incluso cuando un
gato asilvestrado “se domestica”, sólo lo manifestará con el cuidador que se lo
llevó consigo; muy raramente con otros humanos, o en otras casas.
EL VAGABUNDEO NO ES LO
MISMO QUE EL ESTADO ASILVESTRADO
Un
malentendido muy frecuente entre los cuidadores y la población en general, es
creer que los gatos que merodean en libertad son gatos asilvestrados. De hecho,
entre éstos podemos encontrar toda la gama: desde gatos domésticos que salen fuera de su casa, hasta gatos
verdaderamente asilvestrados que viven independientes de los humanos.
Ante
todo, habría que plantearse la siguiente pregunta: ¿por qué los humanos nos
sentimos impulsados a llevar a nuestra casa a los gatos asilvestrados, y por
qué ellos se resisten a nuestras buenas intenciones? ¿Es acaso que no entienden
que queremos su bien, o es “nuestro bien proyectado en ellos” lo que en
realidad perseguimos?
Es
inherente a la naturaleza humana (si no está demasiado enferma para desvirtuar
ese rasgo), el querer alimentar, proteger y cuidar a otros seres cuya necesidad
percibimos, procurándoles calor, seguridad y bienestar. Sin embargo, y a pesar
de ser un rasgo admirable tal sentimiento, no siempre resulta una actitud
apropiada para el gato asilvestrado. El impulso de retirar de la calle a gatos
asilvestrados refleja en ocasiones
nuestra propia necesidad de ser protegidos, y no es lo mejor para esos
gatos, ni es lo que los gatos en cuestión necesitan. Por lo general, estos
gatos han vivido sus vidas si más contacto humano –en el caso de tener esa
suerte- que el que mantienen con su cuidador que les alimenta y cuida en la colonia. En el bagaje
de su instinto de supervivencia, estos gatos incluyen la desconfianza hacia los
humanos, y el temor evidente al confinamiento. Un elemento clave para su
seguridad es su habilidad para huir cuando perciben un peligro.
Por
ello es por lo que, aún cuando hayamos alimentado a un gato asilvestrado
durante mucho tiempo y nos demuestre confianza estando en su territorio, esta
confianza puede verse seriamente malograda al verse cautivo, y retirárnosla
para siempre. Estar limitado en el interior de una casa u otro lugar cerrado, puede ser la experiencia más aterradora que
haya tenido nunca. Puede ser que incluso nos parezca que con el tiempo se
adapta o que al menos deja de bufar y de estar acobardado, pero nunca estará
cómodo ni dejará de buscar la forma de escapar. Por otra parte, la cautividad
puede dañar la salud física y mental del gato.
La
verdadera casa del gato asilvestrado es el lugar donde han nacido y se han
criado, donde han desarrollado fuertes vínculos entre ellos y con su territorio,
vínculos que definen su existencia, por eso, aún siendo difícil de aceptar y a
pesar del vínculo que nosotros hayamos desarrollado con ellos, hay que entender
que los propios lazos con otros animales de su grupo y con su territorio, son
mucho más fuertes y más significativos para su bienestar. Puede ser que en el
interior de una casa estén más seguros y calientes, pero fuera son más felices.
Su relación con ése medio y su grupo social de referencia, es lo que más les
acerca y desarrolla su auténtica naturaleza.
Otra
razón que impulsa a la gente a querer rescatar a los gatos de la calle es la
creencia de que estos animales viven vidas cortas y desgraciadas, idea que ha
sido mantenida por demasiados grupos, incluyendo alguna de las organizaciones
más importantes del país.
La
realidad es que el bienestar de los gatos está mucho más amenazado como
consecuencia de sus conductas de apareamiento, nacimientos y camadas
malogradas, y que únicamente la
esterilización cambia de modo radical este panorama, ya que los machos
dejan de pelear y vagar, y las hembras dejan de tener la servidumbre de la
crianza, la inseguridad de su defensa, que las deja a merced de todo tipo de
vicisitudes; el control veterinario les asegura una mejor protección y mayor nivel
de salud, y los gatos de colonias gestionadas –en general- pueden llegar con
frecuencia a vivir hasta 10 años o más.
EL PASO DE ALIMENTAR A
PROTEGER Y ESTERILIZAR
¿De
qué forma puede un cuidador expresar su deseo de mejorar su actuación? Sin
duda, mediante un programa TNR.
El
elemento principal y más crítico del TNR consiste en la socialización y
adopción de cachorros y adultos abandonados. Cuando reciben suficiente cariño y
atención individualizada los cachorros de hasta ocho semanas pueden en general
ser completamente socializados para convertirse en gatos domésticos; los
cachorritos accidentalmente separados de
la madre, o que encontremos en un lugar peligroso, requerirán ser alimentados
con biberón cada 3-4 hrs. A su vez, los adultos dóciles –gatos que por una u
otra razón perdieron su casa- pueden a menudo ser resocializados y adoptados,
Por tanto, en ambos casos, su acogida y cuidado es una contribución impagable
al proceso, y supone sin duda el mejor uso de los recursos de que dispongamos.
EL MAYOR BIENESTAR PARA EL
MAYOR NÚMERO DE GATOS
Los
objetivos del movimiento por los Gatos de la Calle, son:
- Cambiar el modo en que los gatos
asilvestrados son comúnmente tratados en nuestro país.
- Reconocer su derecho a la vida y al lugar
que ocupan en el entorno medioambiental.
- Mejorar sus condiciones de vida en la
medida que nos sea posible, especialmente mediante la aplicación del TNR.
Todo
ello con el objeto de enfocar su existencia desde una óptica humanitaria, y no
de exterminio, como medio de reducir su población. En otras palabras: salvar y
mejorar las vidas de tantos gatos como nos sea posible.
Resolver el problema de la
superpoblación mediante el rescate y la adopción, sencillamente: no es posible. Los gatos callejeros se reproducen mucho
más deprisa de lo que nosotros necesitamos para socializarlos, y son
exterminados en los refugios en un número muy superior al que son adoptados.
Incluso pensando que la adopción constituye la vía más deseable, no existen
recursos materiales para socializar y adoptar a las decenas de miles que viven
en el país.
Y
no hay que olvidar que con el tiempo y la energía que se invierte intentando
socializar a gatos asilvestrados, miles de gatos abandonados y cachorros pueden
tener una salida para la adopción, teniendo un verdadero impacto en la mejora
de sus vidas.
Ha
llegado el momento de examinar seriamente las razones que nos mueven a trabajar
en nombre de los gatos callejeros. Contando con aquellos cuidadores únicamente
involucrados en su alimentación diaria, que forman una parte importante de este
gran escenario, el movimiento de ayuda a los gatos de la calle tiene ya en USA
veinte años de historia. Si nuestro objetivo final es conseguir el bienestar
del mayor número de gatos posible, el único camino racional y humanitario para
conseguirlo es aplicando el TNR, no hay otra alternativa, porque cada día nacen
más y más gatos, y eso es un hecho incontestable.
(Nota:
la cursiva es de A. Jiménez)
De Donna Bishop, fundadora de
ALLIANCE FOR ANIMALS.
Extraído de ALLY, periódico
de la organización, Vol. 11, nº 2
Entre
los defensores de los gatos los hay de dos tipos:
Quienes
como nosotros piensa que debemos esterilizarlos y devolverlos a la calle, su
medio natural, y quienes por el contrario consideran una crueldad que a ésos
bellos y fieles animales, a los que hemos estado alimentando durante años y que
hasta se dejan acariciar por nosotros cuando les alimentamos, responden a
nuestra llamada, e incluso a los que hemos puesto nombre, se les devuelva al
“infierno” de la calle.
Piensas éstos que estos gatos podrían ser socializados tan
sólo con que alguien se tomase el suficiente tiempo y esfuerzo para dedicarse a ello.
Precisamente nosotros hemos tenido ya gatos así en casas, y hemos trabajado con
ellos con algunos resultados positivos, y pensamos que podemos encontrarles un
hogar tan sólo con darles ésa oportunidad. Dejarlos en la calle de nuevo es,
sencillamente, un acto de comodidad e irresponsabilidad.
Esta
polémica está ya muy manida: ‘nosotros’ estamos siempre seguros de saber qué es
lo mejor para ellos: el frío es malo,
nadie tendría que vivir en el exterior, si puede evitarlo. Y pensamos que
hacemos bien cuando nos los llevamos a casa, que estamos acertando cuando
esperamos que ellos compartan nuestras casas con otros felinos domésticos,
disfrutando de nuestro confort y nuestro cobijo. Es posible que lleve tiempo,
pero seguramente acabarán reconociendo que estamos cuidándolos y que no les
haremos daño, que pueden confiar en nosotros. Pensamos incluso que nos
agradecerán el haberlos rescatado de sus
terribles vidas en la calle.
Pero
la verdad es que somos nosotros quienes estamos equivocados, confundiendo
nuestras necesidades con las suyas; somos nosotros quienes necesitamos a los
gatos y no al revés. Necesitamos sentirnos importantes, salvadores, pensando
que hemos conseguido una heroicidad, algo muy difícil en lo que hemos
triunfado, aunque ello nos haya supuesto horas de dedicación junto al gato ¡Y
tanto que difícil!....pero no siempre es lo que el gato deseaba.
Porque
nuestra vanidad complacida nos impide ver que los gatos están aterrorizados,
que los estamos forzando a adaptarse a un entorno hostil adecuado tan sólo a lo
que es nuestra definición de lo bueno,
y no vemos que lo que los hace realmente ‘especiales’ es su libertad y su fuerza,
su independencia esencial, su naturaleza, en definitiva, libre y salvaje.
Es
cierto que la vida de los gatos de la calle es de hecho mucho más corta que la
del gato doméstico, pero son sus vidas, su relación con el grupo de sus compañeros
de especie, su entorno, su mundo. Y es su verdadero instinto el que les mueve a
evitar a los humanos y evitar el confinamiento: por eso tratarán
desesperadamente de escapar de nosotros y regresar al mundo que conocen y
entienden. Si queremos comprender de verdad a los gatos libres, si queremos
verdaderamente cuidarles, y si podemos superar esa necesidad tan humana de
poseer y controlar, debemos dejarles ir. Podemos velar por ellos a distancia,
admirar su espíritu y contentarnos con ver sus vidas tal cual son, y ayudarles
en sus verdaderas necesidades: esterilizándolos, protegiéndolos de la
enfermedad, construyéndoles un refugio y educando a nuestros vecinos acerca de
todo esto y sobre todo, no intentando nunca hacernos sus dueños. Dejémosles su
libertad, su tranquilidad y su dignidad.
Traducido
por C. Teruel,
Octubre
de 2007
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